martes, 7 de agosto de 2012

Por ti, abuela


03-08-12

Hace cinco días que el cielo cuenta con una estrella más…Coincido contigo. Pero se te olvida decir que esa estrella es la más grande y brillante de todas. La que hace cinco días ilumina todos los anocheceres, nuestros sueños; la que a lo lejos cuida de nosotros, de todos y cada uno de nosotros; la que quiere que sonriamos como lo hemos hecho siempre; la que nos dice que nos divirtamos cada vez que nos marchamos por aquella puerta tan conocida; la que es feliz por vernos tan unidos a todos. Nos podemos sentir orgullosos. No todo el mundo  tiene el privilegio de contar con una familia tan estupenda, tan unida y con lazos tan fuertes como lo tenemos nosotros. Afortunados los que se reúnen desde siempre. Se puede decir que tenemos suerte, lo he pensado siempre y lo sigo pensando ahora. Aquí dejas lo que has sembrado porque gracias a ti somos hoy lo que somos, tanto hijos como nietos.                                
      Aun así no puedo dejar sentimientos a un lado, y hoy me decido a escribir porque ya sé que no estás, porque empiezo a ser consciente de ello, porque sé que no te voy a volver a ver más por mucho que intente cerrar los ojos…lo único que consigo es verte en mis sueños. Porque miro a un lado y te echo de menos, porque paso por tu chalet de camino a la playa y no te veo sentada leyendo el periódico, porque no te veo dormir en ese sillón mientras decías que veías la novela, porque te quedaste con las ganas de probar mis lentejas, porque ahora los sábados no serán sábados sin ese paseo a tu casa y sin aquellas tapitas con los programas de música al fondo. Porque ahora cuando decida dar una vuelta por el centro no podré decir “te veo luego en casa de abuela”, un comodín que nunca fallaba… Son tantos momentos los vividos…Quisiera cerrar los ojos y volver a aquella noche del año pasado, aquella noche que decidí quedarme en el chalet contigo, con Teresa y con mi hermana porque se había ido la luz y no volvía. Llovía. Nos lo tomamos a risa. Pararía el tiempo en tantos momentos vividos contigo; en cualquier barbacoa familiar donde sonreías por ver a los tuyos juntos, en tu casa hablando de cualquier cosa, hablando con tita Josefa (vuestras batallitas…), ordenándonos comer a todos y que no se nos ocurriera dejar nada y por supuesto, pecado era no repetir (conozco a uno que le dio un subidón de azúcar una vez por uno de tus fantásticos flanes), u ofrecernos una tapita y si obtenía una negativa como respuesta solía decir “de desagradecidos está el mundo lleno”. Comernos un helado y escuchar “¿qué es lo peor de los helados? Que se acaban”, frases típicas que cada vez que comemos un helado con cualquier persona recordamos, es inevitable. Aquellas mañanas que olían a aire puro, césped mojado o ambiente familiar en aquel porche. Siempre lo decías, era un lujo desayunar allí, y más con gente querida. Aquello te hacía feliz.
La piedra angular se ha marchado. Has dejado un gran vacío en todos nosotros. Te echamos de menos abuela. Siempre has estado tan presente en nuestras vidas…Te debemos mucho, porque si la bondad tuviese que personificarse lo haría en ti. No conozco a una persona más buena que tú, la que lo ha dado todo por su familia, la que no guardaba rencor, era toda sabiduría, alegría y amor. Una persona  muy valiosa a la que nos cuesta despedir porque aún no nos creemos que te hayas ido. Es difícil decir adiós a alguien así.
Ya dije una vez que no se trata de superar las cosas, ¿quién supera algo así? Es imposible poner un punto y final a esta leve carta pues podría llevarme aquí horas y horas escribiendo sobre TI, así que lo dejo en un punto y aparte, porque sé que estés donde estés estarás viéndonos. Siempre te recordaremos. Yo me quedo con el último día que te vi, en el hospital pero aún tenías humor y sonreías, me felicitaste por mi santo, ¿cómo ibas a olvidarlo? Y nos despedimos con un “hasta luego”. Persona fuerte donde las haya que ha luchado hasta el final. Todos nos sentimos orgullosos de ti;